sábado, 24 de julio de 2010

Omar Hernández Hidalgo (1971-2010)

Irrumpió atroz y violenta en nuestro microcosmos. Ya hace algún tiempo nos había estremecido hasta la postración con la obscena cacofonía de la “Culebra” en su segundo golpe de tambor, allá mismo en Tijuana.

Hoy nos golpeó de frente en la cara, en los huesos, en el cerebro, como dice Valentín.
Omar Hernández Hidalgo, fue violentamente asesinado en las calles de Tijuana sin que mediara un aparente ajuste de cuentas, sin que mediara fuego cruzado, sin que mediara absolutamente nada fuera de la violencia hecha cotidianeidad.

Estupefacción es lo que se respira entre los músicos de México ante la pérdida de un joven valor de talento irrepetible, formado entre nosotros, producto de su trabajo y voluntad, de la de sus maestros, de nuestra Escuela Superior de Música.

No es una muerte más en la vorágine que hoy vivimos y, ¡ojo!, con esto no pretendo menospreciar la vida de ninguno de aquellos que la han perdido. NO. Para los músicos de México hoy operó un cambio en nuestra percepción de la vida y en nuestras conciencias, surgió una disyuntiva ineludible, tan tajante como aquella del dramaturgo inglés.

NO SER:

Llorar nuestro dolor en la parálisis y conceder con el silencio a la lógica que criminaliza la existencia. Dejar abierto el hoyo negro del abismo cobarde que cancela toda ruta en nuestra mente por dar un vuelco a lo que nos ahoga.

SER: ¿¡Cómo llegamos hasta aquí!? Rebobinemos la cinta y ahí estarán ellos, Sí ellos mismos, con su cabello teñido y ridículo, sus labios inflamados de Whisky, con todo y su Iniciativa “renovadora”. ¿Y ustedes y nosotros? Estupidez, ingenuidad, complacencia, complicidad.

Artistas… simples mortales.

Cuauhtémoc Rivera Guzmán
Director de la Escuela Superior de Música

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